Día Nacional del Campesino
Cinco de marzo de 2020
Las
luchas agrarias en Venezuela comenzaron hace más de 70 años, cuando en 1945 se
le adjudicó la Hacienda El Cenizo, en el estado Trujillo, a un grupo de hombres
y mujeres del campo para el desarrollo de la agricultura, la ganadería y la
pesca, entre otros rubros de producción del sector agropecuario del país.
El
trabajo desempeñado por estos campesinos para el impulso de la agricultura,
motivó a los venezolanos a seguir luchando por la emancipación económica y
social, hasta lograr una ley que regulara la tenencia de la tierra. Fue
entonces cuando en 1960, impulsada por dirigentes agrarios y campesinos, el
presidente de la República, don Rómulo Betancourt, el 5 de marzo promulga la
Ley de Reforma Agraria en el Campo de Carabobo.
Gracias
a la lucha dada por los campesinos organizados en sindicatos y ligas afiliadas
a la Federación Campesina de Venezuela (Fecave) -esta última encargada de
representar fielmente a sus agremiados- se logró crear en Venezuela un ente
rector para las políticas agrícolas y, a su vez, institutos y corporaciones que
contribuyeron con el desarrollo político, económico, social, cultural y
educacional de los campesinos, tales como: el Ministerio de Agricultura y Cría
(MAC), el Instituto Agrario Nacional (IAN), Instituto de Crédito Agrícola y
Pecuario (Icap), Corpomercadeo y Bandagro, entre otras instituciones que direccionaban
las políticas agrícolas en el país.
El
desarrollo del sector campesino consistió en la edificación de viviendas rurales,
vialidad agrícola, sistemas de riego, mantenimiento de los caminos vecinales,
construcción de vialidad, creación de centros poblados, asentamientos
campesinos con servicios públicos, escuelas, dispensarios, áreas de
esparcimientos, canchas deportivas; además de la erradicación de enfermedades
como la malaria y el paludismo, entre otras.
Los
gobiernos democráticos siempre fueron conscientes de la importancia del
crecimiento y desarrollo personal del campesino y su familia, con el fin de
evitar el analfabetismo y el hacinamiento social que hoy se vive en las grandes
ciudades de Venezuela.
Fueron
40 años de luchas durante los gobiernos democráticos en Venezuela donde se
alcanzaron importantes logros, y solo bastaron 20 años de la mal llamada
revolución para destruir el aparato productivo del país, ensañaron a campesinos
y sus hijos, hicieron promesas que lejos de ayudar echaron abajo las
reivindicaciones obtenidas; arruinaron la vialidad agrícola, los sistemas de
riego, el mejoramiento de las viviendas campesinas, la electrificación, los
créditos para los pequeños y medianos productores, la educación, la salud, las organizaciones
que ayudaban a los campesinos a lograr beneficios, acabaron hasta con el
combustible, los insumos agrícolas e incluso con las semillas que los
campesinos tenían para el desarrollo del campo.
Hoy,
cuando se cumplen 60 años de este logro político alcanzado en un gobierno
democrático, se debe reflexionar sobre las condiciones actuales de la
producción agrícola nacional y socioeconómicas a las que se enfrenta el sector
campesino de Venezuela. Para nadie es un secreto que no hay circunstancias
favorables que permitan recuperar el desarrollo alcanzado desde la década del
sesenta, el cual comenzó su declive en el nuevo siglo. Por ello, se hace
necesario unir esfuerzos, desde todos los sectores, para reiniciar las
actividades, programas y proyectos que reimpulsen el sector primario de la
producción y puedan los campesinos
recobrar la calidad de vida y garantizar a los venezolanos el consumo apropiado
de los alimentos.
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